lunes, 16 de junio de 2008

EDUCAR


Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca...
hay que medir, pesar, equilibrar...
.....y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.


( G. Celaya)


Es cierto, educar, se puede comparar a poner el motor a una barca, cuando está colocado ...todo en marcha. Y el educador además de tener alma de marino,pirata y un poco poeta ha de ser un buen mecánico. De esos que llevan las manos untadas de grasa y la funda de trabajo bien sucia.
¿ Cómo se explica si no que la bata de la maestra esté limpia después de una semana de pintura, plastilina, rotuladores, comedor y patios?
Ya decía mi abuela que: "para hacer tortilla hay que romper huevos".

Es así que hace un fin de semana después de una dura jornada de trabajo, y una semana también de las fuertes, arrancamos a Madrid con los pequeños duendes de mi centro en un viaje Fin de Curso organizado por los padres. Sólo el hecho de montar en un autobús a las 5 de la tarde después del cole y un viernes con 5 horas y media de viaje por delante, nos hacía tener también alma de toreros. El viaje era a la Warner. La emoción, la ilusión y las ganas de llegar eran tan grandes que apagaban el cansancio y el sueño de los pequeños. El viaje fue tranquilo y la noche pasó rápida. Al día siguiente nos esperaban todos los personajes de Warner: Piolín , Tom y Jerry, Scooby, el pato Lucas, el correcaminos y como no Bus Bunny el conejo de la suerte. El día fue espléndido de calor y sol. Colas y colas de gente sufrimos para subir a las atracciones. ¡Es increible! Los que más protestábamos, los adultos. Los niños subían a todo , esperaban tranquílamente y sólo protestaban cuando no les dejaban subir por que no daban la talla : " hay que comer más y mejor" -decían las profes aprovechando. Así fuimos llegando al final del día y con ello a la hora de regresar. Montamos en el bus de vuelta a casa, rendidos por el cansancio y con otras 5 horas y media de viaje. El silencio en el bus era total y absoluto, ya no había protesta por las pelis : " jo, todas las ponéis de chicas" -decían algunos- al ver La Sirenita o La Cenicienta.
(Hay que ver, en mis tiempos estos cuentos no tenían sexo) Todos veníamos cansados y durmiendo como podíamos. Al llegar al final del viaje y despertar del dulce y plácido sueño, el pequeño Xurde que se desperezaba e incorporaba en su asiento , miró por la ventanilla y al ver al autobús parado frente a la escuela exclamo: !NOOOO, NO PUEDE SER. ¡
Cómo iba a poder ser , después de lo bien que lo habíamos pasado. Volver a la realidad.

La verdad es que el viaje fue una paliza, pero ha merecido la pena sólo por ver cómo disfrutaron los duendecillos. Mereció la pena "romper los huevos" para ver la tortilla recien hecha y oír a Xurde protestar por llegar al cole.

Para nosotras era un fin de semana de no descansar, de no poder lavar tan sólo la bata para quitar las manchas del trabajo de la semana, y empezar el lunes con ella aún llena de pintura, plastilina y tajadura. Pero con el alma de soñadores y poetas y sobretodo con kilos de paciencia concentrada y una nueva lección aprendida: ellos saben lo que quieren y no les importa invertir para conseguirlo.