domingo, 29 de marzo de 2009

Un canto a la vida



"Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de todos,que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto."

(Violeta Parra)

¿Cuántas veces habremos cantado, tarareado o al menos escuchado estos versos? Yo, personalmente, la he cantado mucho, es un canto a la vida impresionante. Hoy me dice mucho más de lo que me dijo en sus tiempos. Hoy me habla de vida, de respeto, quizás en otros tiempos me habló de libertad. La risa y el llanto, los dos materiales que forman mi canto, que bonito distinguir lo triste y lo alegre, la dicha y el quebranto, lo mio y lo tuyo... Pero lo mejor de la canción está en: el canto de todos que es mi propio canto.
Entre mis "pequeños duendes" hay uno que está esperando un hermanito. Todos los días cuando Yaiza llega a clase le preguntamos:
-Yaiza, Edgar ¿ya nació?- y la niña con cierto aire de tristeza y desesperación nos dice: -No, todavía no, Marisa, no salió, será mañana. Ese mañana se vislumbra en sus ojos con esperanza, ilusión, alegría y emoción.
Yaiza -le pregunto- ¿tú tienes ganas de ver a tu hermanito, de que nazca? Y ella con los ojitos redondos y brillantes por la emoción me responde: sí, sí, se llama Edgar.
Y Edgar tiene mucha suerte, porque una familia está esperando por él, ansiosos de su llegada a este mundo, con todo un proyecto de vida por delante, independientemente del color de sus ojos, de su peso, estatura o forma de ser, incluso de su formación genética.
Esto me hace tener sentimientos encontrados, alegre por Edgar, porque su SER va a poder sentirse acogido, porque es un niño deseado, esperado, y también me siento triste por todos aquellos niños que no lo son ni lo van a ser. Me pregunto que sentido tiene que hoy luchemos por dar acogida y por tener más centros dónde nuestros niños puedan estar, que se apueste por las Escuelas Infantiles y los Centros de Educación Infantil y de este modo facilitar a las madres trabajadoras el poder compaginar trabajo y maternidad, si luego planteamos a éstas el que elijan ser madres. Me resulta contradictorio.
A mis "pequeños duendes" prefiero educarlos en el canto a la vida que es mi mismo canto.
Desde mi centro donde yo he visto a muchos niños llegar y marchar, de toda condición y clase, donde todos han sido un verdadero regalo para mi vida, y donde todos tienen un espacio y una oportunidad para crecer y ser felices, yo quiero hacer un canto a la vida y dar las gracias.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Felicidades Edgar, eres un niño afortunado. Todos te esperamos.



miércoles, 18 de marzo de 2009

Educando sentimientos



" La estrella Brillantina estaba muy triste aquella noche porque había perdido una de sus cinco puntas, no sabía ni como ni dónde.
- Y ahora ¿qué voy a hacer?- decía preocupada a sus amigas-.Ya no soy una estrella perfecta, soy una estrella rota...Esta noche no podré alumbrar el cielo con vosotras, me da mucha vergüenza que me vean así.
Sus amigas sentían mucha pena por ella e intentaban animarla:
-Brillantina, no te preocupes, te vamos a ayudar a encontrar el trozo que te falta."

(Cuentos para sentir. Begoña Ibarrola)

Este pequeño texto, está sacado del cuento "Se busca un trozo de estrella" que pertenece a un libro estupendo que se llama Cuentos para sentir. Educar los sentimientos. Su autora es Begoña Ibarrola. En él hay una dedicatoria que dice así:
"A todos los niños del mundo y al niño que todos llevamos dentro"
El 26 de Febrero de este año en su IV edición de las Jornadas de Educación Infantil -Tú les das vida- la editorial S.M. traía a Oviedo a Begoña Ibarrola para hablar del desarrollo de la competencia emocional en Educación Infantil. La jornada se titulaba: Crecer con emoción.
Yo no pude asistir, pero estoy segura de que fue interesante, pedagógica y sobre todo emocionante. Tengo la esperanza de que la oportunidad se me pueda repetir en otra ocasión.
Me alegra mucho el pensar y saber que la escuela no se quiere limitar a transmitir conocimientos, destrezas y habilidades solamente, sino que contribuye también a una educación emocional, que en los niños prima sobre lo intelectual, como lo mágico y lo fantástico sobre lo real. Aprenden sintiendo y poco a poco van descubriendo el mundo desde su afectividad. Si ayudamos al niño a ir conociéndose, aceptándose, identificando cuáles son sus sentimientos, reconociendo los de los demás, si le ayudamos poco a poco a conocer el porqué de sus reacciones, podrá ir descubriendo valores que le ayudarán a tener una conducta cada vez más positiva.
A mis "Pequeños Duendes" les cuento los cuentos de Begoña Ibarrola y a veces descubro cosas interesantes y sorprendentes. Cuando terminé de contarles el cuento de Brillantina, entablamos un pequeño diálogo y les preguntaba yo sobre los sentimientos de la estrella:
-¿Cómo creéis que se sintió cuando perdió el trocito? ¿os habéis sentido alguna vez como Brillantina? ¿Qué harías tú para ayudarla?
Y en esta última pregunta Rubén y Aroa contestaron casi a la vez:
-Yo le regalaría algo para que se pusiera contenta - no, dijo Marta -lo que tenemos que hacer es ayudarla a buscar el trocito entre todos.
Las respuestas me desconcertaron y sorprendieron. Por un lado pensé en lo que puede significar el "regalar para poner contenta", me sonó a compra de sentimientos, camuflar, disfrazar, tapar y disimular. Y por otro lado la opción que implica participación, acción, compañerismo y empatía. Dejé que ellos eligieran la mejor opción, y aunque la segunda supone más compromiso y acción, salió adelante. Lo cual me hizo sentirme orgullosa y satisfecha de mis "pequeños duendes" que poco a poco van aprendiendo a SER. Es un reto muy grande para padres y educadores educar la inteligencia emocional, pero creo que merece la pena el esfuerzo. Os animo a que os sumerjáis en este maravilloso mundo, disfrutad de los cuentos y descubrir "el niño que todos llevamos dentro".