domingo, 24 de julio de 2011

Saliendo del cascarón.



Ya he cumplido los seis años.

Del cascarón salí.

Y dicen que he terminado

la Educación Infantil"

Así comienza la sencilla poesía que esos “pequeños duendes" recitaban en su fiesta de graduación. Y a pesar de los años siempre consiguen emocionarnos con su desparpajo en el escenario, con su seguridad entre bastidores y con su alegría desbordante, ajenos al futuro y a la puerta que se abre frente a ellos en ese nuevo mundo que empezarán a explorar en

Septiembre.

Año tras año, curso tras curso vamos viendo desfilar delante de nuestros ojos una generación tras otra. Y nos parece que no pasa el tiempo. Que al seguir en el mismo sitio, pocas cosas cambian. Y es cuando surge algo que nos hace ponernos delante de un espejo, mirarnos y ver que la huella del tiempo sí ha calado.

Hace poco una amiga, Noelia, que también se dedica a la enseñanza me contaba una anécdota muy curiosa. Me decía que uno de sus hijos Adrián de 8 años le decía con asombro al preguntarle la edad:

- ¡Jo mamá, que vieja eres naciste en el siglo pasado!!!

Nos reímos al escucharlo, menuda sorpresa, son cosas que no te esperas. Pues si que son sorprendentes estos "duendes".

Y es cierto que nuestro alumnado ya es de otro siglo.

Mamá:

-¿qué son las pesetas? pregunta Adrián a Noelia, cuando ve el letrero del supermercado (de los pocos que aún quedan).

Y pensar que yo aún sigo teniendo problemas para pensar en euros. Hace nada había que explicar que un duro son cinco pesetas y ahora nuestros "pequeños duendes" te dicen:

-" profe, si no se oye el ordenador prueba a desactivar la tecla del mute"

Y tú vas al ordenador y empiezas a buscar la maldita tecla del mute, hasta que una manita de regordetes dedos va directa al botón y dice:

-"aquí profe, ya está, mira ya se oye"

Y a mi se me escapa la risa, pero a carcajadas, pensando que el tiempo ni corre, ni vuela, salta. Y van pasando las generaciones y les seguimos, pero sólo cuando miramos atrás vemos en realidad lo que ayer fuimos y el salto que dimos.

A pesar de ello a mi me gusta mucho que "mis pequeños duendes " me sorprendan, que me enseñen dónde esta la tecla del mute y otras muchas cosas que aprendo día a día con ellos en ese compartir de saberes que es el aula. Porque ello me mantiene viva y con ganas de saltar en el tiempo, de acompañarles hasta que salen del cascarón, con la recompensa de verlos crecer, madurar y ponerlos delante de esa puerta que se abre a un mundo que están llamados a modelar.