lunes, 6 de enero de 2014

Cometas de gran altura



Te pasa la vida tratando de hacerlas volar. Corres con ellas hasta quedar sin aliento. Caen al suelo. Chocan con los tejados. Tú las remiendas, las consuelas, las ajustas y les enseñas. Observas como el viento las mece y les aseguras que un día podrán volar. Finalmente vuelan."
                                            (Aplícate el cuento. Jaume Soler y Mercé Conangla.) 




Suele pasarme que a menudo leo algún libro que me hace recordar alguna experiencia vivida en el aula y  me  da pie a alguna reflexión.
     Este es el caso de este artículo que escribió Erma Bombeck comparando a los niños con las cometas. Y que recogen Jaume Soler y Mercé Conangla en su libro "Aplícate el cuento”. Un libro lleno de relatos, cuentos y anécdotas con una buena dosis emocional que invita al lector a ir  más allá de la pura y simple lectura.
      Cuando leí este relato no pude dejar de pensar en lo acertada que estaba la comparación. Y me llevó a recordar una anécdota que he tenido con mis "Pequeños Duendes" no hace mucho.
      Era uno de esos días en que haciendo uso de las nuevas tecnologías en el aula, ponía a mis alumnos un cuento en la pizarra digital. El cuento estaba puesto con una determinada intención: a través de "Ricitos de Oro y los tres ositos" trabajaríamos los tamaños, grande, pequeño y mediano.
      Y allí estaba yo, a la vez que el cuento se desarrollaba en la pantalla, yo iba haciendo hincapié en las aclaraciones que me parecían oportunas. De repente oigo una voz que me llamaba:
   - Madizaaa,....  era Candela que con sólo tres añitos y esa lengua de trapo que aún no sabe pronunciar correctamente las letras, ponía su dedo índice en la boca y me decía:zzzzhhhhh tú calla.
    Como podéis imaginar me callé. No había nada que decir. Todo lo interesante e importante para mis alumnos lo estaba diciendo el cuento. Me di cuenta de que ya no necesitaban de mis explicaciones. Y pensé:"caramba cada vez se sueltan antes”. Cómo deciros que me sentí poco menos que desplazada, la verdad es que me reí para mis adentros. No sé si fue la autoridad con que me lo dijo o la mirada que el resto de la clase tenía que me hizo callar y pensar que realmente igual estaba hablando de más. Una imagen vale más que mil palabras. Pero he de reconocer que ese desparpajo y esa libertad para decir lo que piensan y sienten a esa edad, nunca me había sucedido en todos mis años de docencia  que son unos cuantos. Nunca sabe uno dónde está la medida justa para soltar o recoger el hilo, pero hoy ellos te lo dicen.
   Así que lo que procede es ir soltando ese hilo, como el de la cometa y que vuelen cada vez más alto, hasta que puedan hacerlo libres y solos. Eso sí,  espero que "mis Pequeños Duendes" lleguen a ser cometas de gran altura.