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lunes, 16 de febrero de 2009

El planeta de los conocimientos




" Cuando vio mi avión por primera vez me preguntó:
-¿qué es esta cosa?
-No es una cosa.Vuela. Es un avión. Es mi avión.
-¿Cómo? ¿Has caído del cielo?
- Sí, dije modestamente.
Ah! ¡Qué gracioso!....
-Entonces, ¡tú también vienes del cielo! ¿de qué planeta eres?"

(El principito. Antoine de Saint-Exupéry)

Uno de los mejores libros, sin duda que yo he leído. Y cada vez descubro alguna cosa nueva. Nos enseña el valor de la amistad, el heroísmo y la responsabilidad. El principito, ese pequeño ser que pregunta incansablemente: ¿para qué sirven las espinas de la rosa? ¿qué es domesticar? ¿qué significa admirar?...
Los que estamos en contacto con niños sabemos lo que es tener experiencia de vivir acosados a preguntas. Aunque quizás ahora la sed de conocer y saber no es tan grande como hace algunos años. Ahora que nuestros alumnos tienen tanto a su alcance a veces me parece que, como el principito, vienen de otro planeta. Ahora que manejan un ordenador antes que una bicicleta y el mando de una video-consola mejor que el cuchillo y el tenedor. Es increíble la falta de experiencias tan comunes y cotidianas, que me hacen sentirme a años luz de estas generaciones.
Cuando pregunto a mis "pequeños duendes" de dónde viene la leche y contestan del Alimerka, o les muestro un higo y pregunto ¿qué es? y me responden con cara de extrañados: -será una pera. O cuando les pregunto de dónde sale el queso y ellos contestan de los ratones. Pienso que posiblemente crean que esa pera extraña y yo, somos sin duda de otro planeta.
Y yo me siento entonces como el avión, caída del cielo en un desierto y con el fuselaje destartalado, con muy pocas energías para volver a emprender el vuelo.
Sin embargo, es mucho mejor que nos acribillen a preguntas y que seamos capaces de dedicarles tiempo para contestarlas, a que pasen por este mundo sin ser conscientes de lo cotidiano, lo natural y lo sencillo.
Es para mi un reto poder transmitir a mis "pequeños duendes" los tesoros que nos ofrece la vida, que adquieran las más sencillas experiencias que les harán valorar los detalles de lo que verdaderamente es importante y les ayudarán a ser más felices.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Derechos del niño.


"Los hijos no necesitan padres impresionantes, sino seres humanos que hablen su lenguaje y sean capaces de penetrar en su corazón.
Educar es sembrar sabiduría y cosechar con paciencia. Educar es ser un buscador de pepitas de oro que va tras los tesoros del corazón."
(Augusto Cury)


Hablando de derechos del niño, que bueno sería que hiciésemos una reflexión sobre este pequeño texto de Augusto Cury que viene recogido en su libro "Padres brillantes, maestros fascinantes". ¿Acaso no os seduce la idea?... Maestros fascinantes... Otro reto para los que nos dedicamos a "buscar pepitas de oro". Además del título que invita a renovarse, el libro nos propone siete hábitos que podríamos incluir tranquilamente en la declaración de los derechos de los niños, que son:
1. Los buenos padres dan regalos, los padres brillantes ofrecen su propio ser.
2. Los buenos padres nutren el cuerpo, los padres brillantes nutren la personalidad.
3. Los buenos padres corrigen errores, los padres brillantes enseñan a pensar.
4. Los buenos padres preparan a sus hijos para los aplausos, los padres brillantes preparan a los hijos para los fracasos.
5. Los buenos padres conversan, los padres brillantes dialogan como amigos.
6. Los buenos padres dan información, los padres brillantes cuentan historias.
7. Los buenos padres dan oportunidades, los padres brillantes nunca desisten.
Cuando leo esto y pienso en "mis pequeños duendes" se me vienen a la cabeza esas pequeñas anécdotas que te cuentan a la vuelta del fin de semana:
- Profe, ¿sabes dónde fui?, al burguer a comer una hamburguesa y a la piscina de bolas.
- y, ¿ qué tal te lo pasaste?
- Bien, pero perdí los zapatos y un niño me ponía el pie en la cabeza al subir al tobogán y otro me agarró por los pantalones y me metió un dedo en el ojo, y...
- ¿volverás?
- sí, por que como llueve y no puedo ir al parque.
El fin de semana, tiempo de descanso, tiempo para estar juntos, tiempo para la familia, tiempo para conversar, ir al cine, jugar, relajar y distender, educar y aprovechar para descubrir y descubrirnos, tiempo para sembrar y cosechar. Me pregunto si en ese tiempo esas "pepitas de oro" no se llenarán de barro, de fango, de musgo y de moho y queden ahí como pequeñas piedras bajo la tierra, en el fondo sin ser descubiertas entre tantas bolas de colores y tanta TV. Os invito a la reflexión, es tarea de todos el encontrar los tesoros del corazón de los niños. Eso si que es un derecho. Yo quisiera ser una de esas "maestras fascinantes" y es un reto para mi día a día descubrir esos tesoros en mi aula, desempolvarlos y ayudarlos a brillar. Los niños son nuestro tesoro, y lo esencial no está a la vista bien lo recoge el libro de "El principito" -el tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea importante