y aquellos que sufren dolor;
que canten por esos que no cantarán
porque han apagado su voz..."
que canten por esos que no cantarán
porque han apagado su voz..."
(José Luis Perales)
Cuando se vive entre niños es difícil no sintonizar
con ellos. Vivir su ternura, su fragilidad y su vulnerabilidad. Creo que es
algo que nos ha pasado y nos pasa a todos. Por eso cuando alguien les hace daño
siempre pensamos " Dios mío, pero si es un niño".....Entendiendo
así que son algo muy frágil.
Sin embargo, cuando los adultos tomamos decisiones
pocas veces pensamos en ellos.
Ellos sufren nuestras sentencias sin poder nada más
que seguirnos arrastrados por la marea. Y ellos son los que pagan las consecuencias
de nuestros actos. Con el hambre y con la guerra.
"Que canten los niños que viven en paz" dice la canción de José Luis Perales., que canten muy alto para
recordar que otros no viven ni vivirán nunca en paz. Porque el egoísmo, la
soberbia y el orgullo de los adultos que sólo miramos nuestros propios
intereses, sobre todo los económicos, no nos deja pensar nada más que en un
mundo para nosotros mismos, procurando nuestro bienestar a cualquier precio,
incluyendo lo que vale la vida de un niño.
Por cierto ¿cuánto vale la vida de un niño?
A veces, cuando miro a "mis pequeños
duendes" o preparo con ellos jornadas como el Día de la Paz, o hablamos de
otros países y otras razas, me cuesta mirarles a los ojos con limpieza,
pensando que viven en un mundo donde otros muchos niños iguales que ellos no
han tenido la posibilidad de vivir en paz o se mueren de hambre.
¡Ojala nuestros pequeños respiren las ansias de
justicia y paz para todos! Que no luchen por un mundo en paz y que no la
compren a cualquier precio. Que la regalen a manos llenas, que la siembren para
que haya pan para todos.
Es nuestra tarea que los niños tengan "buenos
modelos", es nuestro legado, están en nuestras manos. Seamos pues
responsables, demos les un presente sin hambre y un futuro mejor.
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